Castillos checos: las joyas de Bohemia
No son decenas, sino cientos los castillos de la Edad Media esparcidos por toda República Checa, en Europa Central. Pero pocas zonas como la región de Bohemia -donde se localiza Praga, la capital- atesoran tantos ejemplos de arquitectura en piedra de estilos románico y gótico. Recorrerlos no es una experiencia de clases de historia añejas o a leyendas lejanas, sino por el contrario, una que motiva a conocer hechos y aventuras que, incluso, conectan con acontecimientos más recientes. Visitar estos palacios y fortalezas sirve para ver cómo vivía una aristocracia que sabía de riquezas y excesos. Es descubrir cómo numerosas dinastías se repartían, cada cierto tiempo, Europa, y es, por sobre todo, conocer un legado que tiene el peso de los siglos. Algo de lo que en América casi ni tenemos registro. Porque visitar una catedral que inició su construcción en el año 900 o ver los murales originales que se pintaron en 1300 y tanto, son placeres que nos entrega República Checa con toda naturalidad, casi sin alardear.
Esta es una selección de algunas de las “joyas de Bohemia”.
Partiendo en la capital, el Castillo de Praga es la edificación medieval más grande del mundo. Se expande sobre una colina en una superficie de siete hectáreas, por lo que constituye un verdadero barrio que tiene además estupendas vistas de la ciudad. Entre sus patios, museos, palacios y jardines es posible perderse un día entero. Ha sido sede y residencia de reyes, emperadores y presidentes y entre sus atractivos está un gran monasterio, el palacio de los reyes, conventos y palacios arzobispales y el empedrado Callejón del Oro, con encantadoras casitas con fachadas continuas y llamativos colores. El lugar siempre está lleno de turistas y en las viviendas, que alguna vez pertenecieron a los artesanos y centinelas, hoy se venden cuadros, láminas y mapas antiguos.
Pero el corazón del lugar es la magnífica y gótica Catedral de San Vito, considerada una de las más bellas de toda Europa. El conjunto comenzó a construirse 608 años antes de que Colón llegara a América, el año 884, como una fortaleza defensiva, pero ha sido reconstruido a través de los siglos y hoy luce más como un palacio.
Basta cruzar sus enormes puertas talladas para transportarse: decorada por los más destacados maestros medievales, los rayos del sol entran por sus imponentes vitrales que pueden llegar a tener más de siete mil piezas de vidrio. Aquí también están las tumbas de los más destacados personajes del país, como San Venceslao, el patrono de República Checa, quien fue asesinado por su hermano Boleslao, o San Juan Nepomuceno, quien según la leyenda era el confesor de Sofía de Bavaria, la reina consorte y fue arrojado desde el más famoso puente de la ciudad al río Moldava porque se negó a romper el secreto de confesión lo que causó la ira del rey. Hoy en cambio sus restos descansan en una tumba de plata. Junto a ellos, también están los emperadores Carlos IV y Rodolfo II.
Un detalle que muchos visitantes pasan por alto son las figuras talladas que recrean los casi mil años que demoró en construirse este templo, que partió el 930 como una simple iglesia circular levantada por Venceslao y se convirtió en una verdadera catedral bajo el emperador Carlos IV, a mediados del siglo XIV. Lo asombroso es que este gran y antiguo edificio gótico se terminó hace menos de un siglo, ya que la última piedra fue puesta en 1929.
En el recorrido es probable toparse con el cambio de los guardias presidenciales quienes, luciendo de impecable azul, marchan a paso firme. El más elaborado y atractivo es el de mediodía.
Recorriendo Bohemia
A sólo 29 kilómetros de Praga (media hora en tren) está el castillo checo más visitado: Karlstein, una fortaleza de piedra que es ícono de la arquitectura gótica. Aquí se guardaban las joyas de la corona de Bohemia, por lo que el edificio fue ubicado en una frondosa colina para que no se viera. A sus pies se encuentra el colorido poblado del mismo nombre (que sería algo así como el pueblo de Carlos), que tiene numerosos restaurantes, tiendas de antigüedades, cristal y recuerdos. “El castillo se construyó bastante rápido, en apenas 16 años desde 1348, algo poco habitual para la época cuando podía tardarse más de 60. Y se hizo por expreso deseo del emperador y rey Carlos IV (la principal figura histórica del país), de ahí a que lleve su nombre”, explica la guía Marketa Laskova, antes de ingresar. En su interior hay varios espacios que asombran y el visitante puede elegir distintos tipos de tour: recorrer patios fríos y oscuros salones, las habitaciones reales, sala de audiencias, capillas con murales originales. El principal atractivo, eso sí, está en la torre, que alberga la capilla de la Santa Cruz. Hay que subir 350 escalones y sólo se permite la visita de 16 personas cada dos horas para mantener las condiciones ambientales que permiten conservar su valioso interior: bellos murales, 129 pinturas góticas de santos hechas sobre tablas por el maestro Theodoric, pintor de Praga del siglo XIV, numerosas reliquias y cuatro ventanas con piedras semipreciosas y pinturas al fresco sobre la vida de Jesús. Los visitantes sólo pueden observar desde una alfombra roja y es tal su solemnidad que Carlos IV, cuando la visitaba, lo hacía descalzo en señal de respeto.
No aptos para animalistas
Bien distinto es el Castillo Konopiste, 40 kilómetros al sur de Praga y emplazado entre bosques y lagos. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XIII, debe gran parte de su fama a uno de sus últimos propietarios, el archiduque Francisco Ferdinando de Austria, heredero al trono austro-húngaro de la dinastía de los Habsburgo, quien nació en 1863 y fue uno de los hombres más ricos de Austria. Él fue quién lo reformó radicalmente y ordenó que le instalaran un ascensor, calefacción e incluso electricidad. Como además le gustaba coleccionar obras de arte viajó por todo el mundo recolectando valiosas piezas que hoy se exhiben en los numerosos salones e incluyen armaduras medievales, miles de armas de diversas épocas, carruajes, sellos, libros. El heredero era además un cazador casi compulsivo y se dice que mató a más de 300 mil animales, en distintas partes del mundo, gracias a lo cual hoy los muros del castillo están llenos de cabezas de ciervos, jabalíes, osos expuestos como alfombras y tigres, e incluso una pata de elefante convertida en cenicero, todos testigos de una época en que no había ninguna conciencia animalista. Junto a todos ellos, también se exhibe una bala, pero no la que mató a uno de los animales, sino la que le quitó la vida al propio archiduque en Sarajevo en 1914, desencadenando la Primera Guerra Mundial.
Dejamos para el final a Cesky Krumlov, al sur de Bohemia, a 170 kilómetros de la capital. Esta pequeña ciudad que permite asomarse por unas horas al mundo de la aristocracia checa hace siglos es uno de los sitios más populares del país y según la revista National Geographic el número 16 entre los 100 destinos históricos más lindos del mundo. Su castillo, de 1253, domina casi todo el pueblo y todavía conserva un foso donde vive una pareja de osos. Es el segundo más grande, tras el de Praga, y cuenta con un interior de enorme belleza que combina estilos gótico, renacentista y barroco. Recorrerlo entero es casi imposible: son 300 habitaciones, enormes salones, salas de baile y uno de los teatros medievales mejor conservados de todo el Viejo Continente.
Por eso hay varios tours divididos por temas o períodos. Ninguno deja de mencionar a la principal leyenda del lugar: Perchta Rozmberk, la dama de blanco, que pertenecía a una de las familias más nobles de la época, lo que no la salvó de tener que casarse obligada con un hombre mucho mayor que ella que la maltrató toda su vida. Cuando él estaba a punto de morir, le rogó el perdón y como ella se lo negó, la maldijo por el resto de su vida. Tras su muerte se dice que su alma en pena da vueltas por la fortaleza, incluso espantando a los cientos de turistas que la recorren a diario.
Además de la leyenda, llaman la atención la torre del lugar desde donde se obtienen maravillosas vistas, su teatro barroco, los ostentosos carruajes bañados de oro o, en las habitaciones, los enormes osos disecados que sirven como bajadas de cama.
Al menos en este punto, no todo tiempo pasado fue mejor.
Una playa demoda
La playa de Famara es uno de los tesoros que ofrece la isla de Lanzarote. Y el que más de moda está. Adorada por los habitantes de la isla y por los miles de turistas que cada año la visitan, esta extensión de arena de más de cinco kilómetros -«es la más fotografiada por los instagramer», bromea la artista lanzaroteña Rufina Santana- transcurre a la sombra del macizo que le da nombre y que no sólo acapara la atención de turistas y conejeros sino la de directores de cine y televisión, editores de moda, productoras y numerosos artistas que han utilizado este enclave mágico para sus trabajos. Pedro Almodóvar, Pedro Guerra, la revista Vogue, Hola! o la canaria Con Estilo, por solo mencionar algunas, han ocupado este extenso arenal para sus películas o publicaciones, trasladando en casi todos los casos más allá de nuestras fronteras la belleza de este apetecible trozo del Archipiélago.
La Playa de Famara es la mayor playa de Lanzarote y quizá también la más bonita de la isla por su marco pintoresco. Famara se divide en dos tramos: la playa ancha, con tres kilómetros de longitud en su parte más amplia, que está directamente en la prolongación del llano arenoso de El Jable, y luego se prolonga, sobre dos kilómetros hacia el norte, por una banda de arena, más estrecho y más rocoso, situada al pie de las cuestas escarpadas del Risco de Famara.
«De Famara y del resto de Lanzarote surgen los rojos y los azules de mi pintura», explica la artista de Lanzarote Rufina Santana.
Desde el estudio de su vivienda, de hecho, se observa a lo lejos el macizo que bautiza la playa. «Famara es como una metáfora de la búsqueda y la libertad y quizá sea por eso que atrae a gente excepcional», asegura la creadora, quien reconoce que Famara «es a día de hoy una de las playas, o si no es la más, fotografiada de la isla».
Antes de que llegaran los instagramer, ya Famara había atraído a muchos profesionales de la imagen.
En 2008 llega a la isla el rodaje de la 17ª película de Almodóvar, Los abrazos rotos, donde la Playa de Famara no sólo ocupa parte del film sino que supone un pilar argumental en el deseo de libertad y paz del protagonista, Lluis Homar, y su compañera en la ficción, Penélope Cruz.
Junto a Penélope Cruz y Homar compartió escena en la misma playa otra de las actrices fetiche de Pedro Almodóvar, Blanca Portillo. Memorable y emotiva es la imagen de el actor y Portillo saliendo de un taxi en la carretera de la playa para que él, ciego, sintiera el mar y las cometas volar en un lugar que en su memoria le trasladada a épocas de felicidad.
Durante varias mañanas numerosos técnicos pertenecientes al equipo del manchego acondicionaron también uno de los bungalós de la urbanización conocida popularmente como Los Noruegos para dar paso a una nueva escena del film, todo ello bajo la supervisión del cineasta que comentó en alguna ocasión que esa película sólo se podría grabar en Lanzarote.
En septiembre de 2015, por sólo citar alguna producción más, en la Caleta de Famara volvieron a sonar los chasquidos de claqueta. La localidad, junto con otras localizaciones en la isla, fue elegida en aquella ocasión por el director Jophi Ries y la productora alemana Ariane Krampe Filmproduktion como plató natural para rodar un filme para la televisión pública alemana ZDF.
Se trataba de una nueva entrega de una serie de películas románticas que ha recorrido el mundo bajo el título Un verano en…, pasando por lugares como Amsterdam, Marrakech, Florida, Barcelona o Italia.
El estreno de Ein Sommer auf Lanzarote (Un verano en Lanzarote) tuvo lugar dos años después y se emitió un domingo en horario de prime time. Aquel rodaje llevó a la playa de Famara un equipo técnico y artístico compuesto por unas 40 personas, que estuvieron rodando en Caleta de Famara varias secuencias con la pareja como protagonista.
En el argumento de la película, un conejero enseña y sirve de guía a una mujer alemana que está de vacaciones. El resto se presupone.
Nuevas ideas. nuevas miradas
Robert Schwarzenbacher es un bioquímico austriaco, natural de Salzburgo, que se mudó a Famara en 2012 y enamorado del lugar puso en marcha la empresa Famaraiso -www.famaraiso.es- dedicado al ecoturismo y gestiona el perfil de Instagram @famaraiso.
Una foto suya ocupa la portada de este Dominica, a la cual hemos añadido la D de la cabecera. «Famara es el espejo de tu alma», cuenta este profesional que se dedica a realizar e impartir vuelos en parapente en Famara, Tenesar, Mirador del Río y Playa Quemada. Sin embargo, Robert Schwarzenbache lo tiene claro: «Un atarceder en Famara es único», añade este enamorado de la isla y de la fotografía.
Rufina Santana comenta como dato curioso que Famara «siempre» ha sido la playa de la gente de Lanzarote «pero también ha sido un lugar atractivo para poetas o pintores» con sensibilidad que «sienten las olas y el ritmo del mar y la naturaleza con la misma intensidad que escuchan su corazón».
«Si hablamos de la Famara actual pues digamos que se mantiene con ese halo de bohemia un tanto rompedora que la ha caracterizado siempre por sus estilo. Hoy el lugar hospeda a creativos de las nuevas tecnologías que están trabajando y viviendo en la isla, más concretamente en Famara. El mapa va cambiando pero a los artistas nos siguen encantando Famara», añade esta artista plástica, que reside en San Bartolomé.
Ahí vuelve a comentar el pasado de la zona como ejemplo de lo que ahora interesa este pedazo de Lanzarote donde, por cierto, el alquiler de un apartamento de dos habitaciones durante el año no baja de los 600 euros. «Esto era un pueblo de pescadores y ahora se ha convertido en el lugar favorito de los y las instagramers», añade medio en broma medio en serio.
En los últimos años revistas como Vogue en su edición masculina para Polonia o la popular Hola! en su edición para España han realizado distintas editoriales con la playa de Famara de fondo. La revista Con Estilo, que se publica junto a los periódicos La Provincia y El Día, también ha usado como escenario para sus trabajos este rincón de la isla de Lanzarote en este caso para fotografiar al músico y productor lanzaroteño Ubay T. Alemán.
Otro de los enormes embajadores de esta zona de Lanzarote es el modelo internacional Jon Kortajarena, que cuenta con casa propia en la misma playa de Famara. Sus miles de seguidores en todo el mundo conocen al dedillo su fabulosa casa, la playa y la devoción que el maniquí siente por una isla en la cual ha pasado parte de su infancia.
Y suma y sigue porque Famara es inagotable en posibilidades ya que a todo lo mencionado anteriormente hay que sumar el interés que como cancha ideal para la práctica del surf, el kite y el windsurf despierta este rincón del Atlántico para muchas publicaciones deportivas nacionales e internacionales. Famara está de moda. Pero nunca ha defraudado porque, parafraseando libremente al personaje de Lluis Homar en Los abrazos rotos, Famara siempre estará ahí.
Cuaderno de viaje: Ibiza y sus direcciones imprescindibles
Alex del Río
CÓMO LLEGAR
Baleària: Baleària cuenta con rutas desde Barcelona, Dénia y Valencia.
Iberia: Iberia ofrece vuelos directos desde varias ciudades.
DÓNDE DORMIR
Six Senses Ibiza (Carrer Camí de sa Torre, 71; San Juan Bautista): Cala Xarraca, en el norte de la isla, alberga una de las aperturas más esperadas del verano 2021.
OKU Ibiza (Camí del Portixol, 2; Sant Antoni de Portmany): Ubicado en cala Gració, este cinco estrellas es el segundo alojamiento de OKU Hotels, que aterriza en Ibiza para descubrirnos la combinación perfecta entre la vida bohemia y la filosofía japonesa del wabi-sabi.
Nativo Hotel Ibiza (Carrer els Clavells, 24): El primer hotel de Ibiza ‘barefoot luxury’, con Omar Malpartida al frente de la cocina.
W Ibiza (Carrer Ricardo Curtoys Gotarredona, 37; Santa Eulalia del Río): Tras su debut el verano pasado, con la piscina (o Wet Deck) como protagonista, este oasis a pie de playa vuelve a darnos la bienvenida con dos emocionantes aperturas: Glow –un bar exclusivo para adultos situado en la azotea– y La Llama –una experiencia gastronómica donde el fuego es la estrella–.
Vuelta a los orígenes Nativo Hotel Ibiza
Ibiza Gran Hotel (Passeig Joan Carles I, 17): Irás por la ubicación (en el Paseo Marítimo de Ibiza), te dejarás mimar en su fabuloso Open Spa, disfrutarás de la alta cocina del chef Óscar Molina en el restaurante La Gaia (dos Soles Repsol) y volverás por las incomparables vistas a Dalt Vila.