Urs Fischer x Louis Vuitton: un paradójico ejercicio de subversión a costa de la identidad de marca

]

Este es un tema publicado en Vogue enero 2021.

Tocar o no tocar el logo: he ahí la cuestión. En una industria en la que la experiencia de consumo se asocia más que nunca a emociones y sentimientos (aquello de que el corazón tiene motivos que la razón no entiende), la alteración de la imagen corporativa, del santo y seña de la identidad de marca, significa jugársela. Este no es mi logotipo, que me lo han cambiado, se lamenta en cuanto un ejercicio de rebranding alcanza los titulares. Peliaguda estrategia sin embargo cada vez más habitual. Quizá porque hoy cualquier ejecutivo entiende lo peligrosa que resulta la homogeneidad. Que ser identificable en el colectivo como sinónimo no solo de producto, sino también de ethos empresarial, está bien, pero cambiar para resintonizar con los valores del momento e integrar nuevas voces a tu discurso es aún mejor. Es lo que Urs Fischer definiría como un acto de subversión.

Retrato del artista suizo Urs Fischer. © Maegan Gindi

“Comunicarse con uno mismo, con sus iguales, es muy fácil. La fantasía es pertenecer al grupo. Es un ideal excluyente desde el punto de vista de la pureza. Mi identidad incluye estos valores; si no los compartes, estás fuera. Y si te sales del círculo, eres un traidor. Pues a mí me gusta esa idea de ser un traidor”, expone el artista suizo a propósito de su colaboración con Louis Vuitton. Una entente que, en efecto, pasa por una particular revisión del emblemático monograma de la firma francesa. “Trascender tu campo de acción, moverte más allá de tu área habitual, eso es lo interesante. Y sí, puedes llamarlo subversión. Que luego aquellos que considerabas los tuyos no te permitan regresar ya es otra cuestión. Eso siempre complica las cosas para todo el mundo, supongo que también en la moda”, remata entre risas.

En la escena del arte contemporáneo, a Fischer (Zúrich, 1973) se le tiene, precisamente, por un agitador. Un elemento subversivo, si se quiere; un radical libre que opera en la esfera del situacionismo –allí donde confluyen alienación, fetichismo mercantil y espectáculo–, el surrealismo, el (neo)dadaísmo y el pop, con la evidente intención de evitar que su obra pueda ser encasillada. “Me gustaría… [Se lo piensa un buen rato] Siempre he anhelado ser como uno de esos artistas capaces de construir un universo muy concreto y específico, muy enfocado en un único motivo de creación. Como [Giorgio] Morandi, o Rothko o Yayoi Kusama, que repiten sus mensajes de manera poderosa, hermosa y simple a través de una sola imagen. Pero soy justo lo contrario”, concede. Para ser una cuestión de arte y moda, la conversación (dos horas de Zoom, él de buena mañana con el sol de Los Ángeles, donde reside parte del año, en el rostro; el periodista en la oscura tarde-noche española), es justo advertirlo, transcurre casi desde el principio por derroteros más o menos filosóficos, en parte por la pericia del creador para llevar los temas a su terreno. A la pregunta de cómo es trabajar/manipular una superficie como la de un bolso, un artículo con un uso y una función, responde comparando la experiencia con la lectura de un libro (“Cerrado, está dormido, hasta que alguien lo abre y lo despierta. Todo lo que llevamos es porque decidimos compartirlo, una historia que cuentas a ciertas personas, como un libro abierto. Y toda oportunidad de abrir un libro me produce un gran deseo”). Si toca hablar del proceso creativo, refiere las virtuosas filigranas de los patinadores sobre hielo, que deben seguir ciertas reglas de ejecución incluso en el programa de ejercicio libre (“Estoy haciendo una pirueta fuera de pista, y encima soy muy malo con los patines y puedo resbalar. Pero bueno, esa es la belleza”). Y al atacar la enrevesada relación de interés entre el arte y la moda, alude a la transmisión del conocimiento, aunque entonces hay al menos algo donde rascar: “Creo que, como idea, es genial. Todo aquello que haga las cosas más porosas, que acorte la separación, es una manera de ir hacia adelante”.

Louis Vuitton x Urs Fischer es su paso al frente. O su huida hacia adelante. Sucede en forma de colección cápsula, por supuesto. Siete ediciones especiales de otros tantos bolsos superventas de la casa (el Speedy, el Neverfull, el Keepall, el Cabas…), monederos, carteras y hasta un neceser, amén de un pañuelo de seda, intervenidos por el artista con cierto trazo socarrón. El caso es que ya estaba familiarizado con el producto, porque el año pasado fue uno de los invitados por la marca para el proyecto Artycapucines, artística vuelta de tuerca al Capucines que él resolvió añadiéndole una serie de charms en forma de esculturas frutales intercambiables que por lo demás dejaban el bolso intacto. “Después de aquello me dijeron si me apetecería realizar una colección de pañuelos. Desarrollé varias ideas y me preguntaron si podrían trasladarse a un bolso y, a partir de ahí, todo fue creciendo”, cuenta. Y define la aventura como “un pequeño viaje de placer”, en el que sus compañeros de periplo acaparan todos sus elogios: “Para alguien como yo, que trabaja en solitario, fue un descubrimiento. Qué equipo creativo tan divertido, qué gente tan cool. Y lo que saben. Es un compendio de sabiduría artesana acumulada durante siglos. Hay mucho conocimiento en las prendas de moda. Para mí resultó un placer semejante inmersión en un mundo del que no sabía nada”.

Bolso de piel de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Maegan Gindi

Vestido de jersey y bolso, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

Plumífero y bolso Keepall Bandoulière 45, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

Resulta curioso que, para haber estado casado aunque fuera un par de años con Tara Subkoff, fundadora y diseñadora de Imitation Of Christ (enseña de calado arty que causó sensación a principios del 2000), Fischer alardee de desconocimiento de los engranajes de la moda. “No, en serio, no estoy en absoluto familiarizado. Todo se hace por etapas, del diseño al marketing, y con una eficiencia pasmosa. Si una superficie no me gustaba por demasiado plana, el equipo no paraba hasta dar con la manera en que funcionara. Como artista, es algo que no puedo ignorar, porque siempre estoy buscando y aprendiendo”, admite. “Por otro lado, es un proceso con su propia dinámica y sinergia. Y yo creo en las sinergias. Para mí, son la clave de la vida”.

¿Cómo es entonces su relación con la moda?

“Un cambio continuo. De pequeño te gusta ensuciar la ropa. Es un poco una segunda piel y no te importa embarrarte. Si tienes que vestirte bien es solo para representarte en lo social, hacer un papel. Te dicen: “Tienes que ir limpio”. Luego, de adolescente, quieres ser guay. Comienzas a desarrollar tu propia historia y a crear tu identidad, por eso eliges esto en lugar de aquello, para diferenciarte del resto, hacer tu propia declaración de principios. La indumentaria es un viaje: empieza en la superficie y termina en el interior. Yo ahora disfruto con cómo me hacen sentir ciertas prendas, ponérmelas me da subidón. Cuando eliges tu ropa tomas decisiones en función de aquello a lo que perteneces o lo que necesitas. Yo no llevo traje”.

¿Es usted de los que cree que la moda es arte?

“¿Qué es arte? Si me defines qué es, te doy mi respuesta”.

Menudo brete. Dice Fischer que no sabe cómo definir los tiempos que nos han tocado vivir. El tema sale a colación de las actuales circunstancias del negocio de la moda y el mercado del arte, integrados irremediablemente en el mecanismo de la cultura del espectáculo: “Todo está interconectado y monetizado. Aunque lo cierto es que los artistas siempre han operado en la escena del poder, ya fuera en las cortes, empleados por reyes, o al servicio de la iglesia. En cualquier caso, creo que nunca voy a ser capaz de entender esta cultura, a pesar de que procuro mantenerme siempre abierto de mente”. Lo que sí desea que quede claro es que la suya con Louis Vuitton no es una operación económica. “No, no lo he hecho por dinero. Bueno, claro que me pagan, pero esa no es la motivación. Todos necesitamos narrativas para poner orden en nuestras acciones, pero en este caso del dinero no valida la mía. Es que ni siquiera me parece interesante”, alega, antes de apostillar: “Yo quiero el arte en todas partes. Entiendo a quienes no les gusta ir a las galerías, porque es como ir al zoo. Hay algo incómodo y frustrante en esas plaquitas informativas que se colocan junto a una pintura o en la jaula de un rinoceronte. Yo quiero ver al rinoceronte o a la jirafa libres”. De ese ansia por liberar la creación participa, precisamente, la segunda parte del proyecto de colaboración entre el artista y la firma parisina: trasladar el universo visual del uno a los escaparates de las principales tiendas insignia de la otra. Especialista en obras e instalaciones a gran escala (véanse aquella reconstrucción del típico chalé alpino suizo con barras de pan, que lo puso en el mapa en 2004, o el agujero de más de dos metros que excavó en la galería neoyorquina de Gavin Brown, en 2007), Fischer lo tiene fácil. “Hemos creado distintas esculturas a partir de las ilustraciones que realicé para los pañuelos. Son dibujos muy esquemáticos, apenas línea y color, como en un cómic, cosas pequeñas con las que me comunico. Son el mismo tipo de dibujos que a veces hago para mis amigos”, explica. “El caso es que nunca antes había convertido una de esas obras planas en tridimensionales, y me divertí mucho en el proceso, viéndolas evolucionar. De nuevo, gracias a los profesionales del equipo creativo de Louis Vuitton, que son unos genios”. Para redondear la jugada, ese mismo universo tendrá su réplica digital, como contenido para alimentar las redes sociales de la marca a partir de enero, fecha del lanzamiento de la colección cápsula. “Lo interesante ha sido construir una historia conjunta. Para mí, Louis Vuitton es una plataforma de comunicación. Y hay tanto espacio en ella. Porque no se trata solo de identidad de marca”. Pues volvamos al principio de todo esto. Volvamos al logo.

En manos de Urs Fischer, el centenario monagrama de la casa adquiere una dimensión desconocida. Tampoco es nada nuevo, que la de Louis Vuitton con el arte es una relación de largo recorrido –tanto que puede rastrearse que sus colaboraciones artísticas se remontan a principios del siglo XX– en la que nunca ha cabido el miedo a la experimentación e incluso el riesgo comercial. Invitado por Marc Jacobs para celebrar la colección p/v 2001 y en clave grafitera, Stephen Sprouse fue el primero en alterar un símbolo reconocible prácticamente en todo el mundo desde 1896. Dos años después, sería Takashi Murakami quien le aplicase su particular tratamiento de choque multicolor. “Yo lo he interpretado desde mi memoria, a partir de los recuerdos de infancia que tengo de él”, revela el suizo. “Cuando eres un crío y ves un logotipo como este, en realidad no tienes ni idea de lo que significa. Sí, está por todas partes, pero no lo entiendes, es como ‘bah, me da igual este dibujo’. La comprensión del símbolo llega después. En este caso me interesaba reflejar ese momento anterior. Por eso el trazo es como el de un niño, garabateando enérgico el papel con sus lápices o sus ceras. Es un diseño hecho con la imaginación, no una solución de diseño gráfico”.

Camiseta, pantalones, pañuelo y bolso, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

Sudadera, vestido de punto y náilon y cartera de mano, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

Bolso de piel, parka de corte amplio, chal y leggins de punto técnico, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

Camiseta, pantalones, pañuelo y bolso, todo de la colección Louis Vuitton x Urs Fischer. © Pierre-Ange Carlotti

SUSCRÍBETE a nuestra newsletter para recibir todas las novedades en moda, belleza y estilo de vida.

“C’est du ball-trap sur cible vivante” : quand la chasse en enclos choque, même parmi les chasseurs

]

Un sanglier sur un terrain en Sologne (illustration). (ANTOINE LORGNIER / ONLY FRANCE VIA AFP)

C’est une forme de chasse dénoncée par de nombreux chasseurs : les battues à l’intérieur d’enclos grillagés sont pointées du doigt. “Carnage cynégétique” pour les uns, respect du droit de propriété pour les autres… En Sologne, terre privilégiée de ce type de chasse, la question divise.

Raymond Louis porte ce combat contre la chasse en enclos. Cela fait 23 ans que ce chasseur a créé l’association les amis des chemins de Sologne. Il ne supporte plus la multiplication des clôtures qui dénaturent le paysage forestier, selon lui, comme ici, près de La Motte-Beuvron : “Vous voyez, là c’est une clôture de chasse qui fait environ 2,30 mètres de hauteur. On dirait plutôt un camp militaire qu’une propriété de chasse. Il y a un grillage qui monte donc jusqu’à deux mètres, avec quatre fils barbelés, ce n’est quand même pas beau à voir.”

Vous voyez, là, c’est la laie meneuse. Il y a toute la tribu derrière. Tout ça derrière la clôture, on se croirait devant un zoo. Raymond Louis à franceinfo

Il y a plus de 3 000 kilomètres de ces grillages en Sologne. Les membres de l’association y retrouvent régulièrement des biches ou chevreuils morts coincés. Les sangliers non plus ne peuvent pas passer : “C’est donc dans ces miradors qu’il y a le chasseur, c’est vraiment de l’abattage qu’ils font. C’est du ball-trap sur cible vivante.”

Attention : cette image est susceptible de heurter votre sensibilité.

Cliquez ici pour l’afficher. Gibier mort coincé dans des clôtures. (LES AMIS DES CHEMINS DE LA SOLOGNE)

Dans ces propriétés fermées, le gros gibier est quelques fois importé, le plus souvent nourri. Lors des chasses, des rabatteurs dirigent sangliers et cervidés vers les miradors, d’où ils sont abattus, parfois trop massivement aux yeux d’Hubert-Louis Vuitton, président de la fédération départementale des chasseurs du Loir-et-Cher. Il a lui-même participé à ce genre de chasse : “D’un côté, c’est vrai que c’est agréable, on voit beaucoup de gibier. Mais comme il y a beaucoup de gibier, ça tire beaucoup. Quand vous entendez pendant un quart d’heure la pétarade, franchement, même en tant que chasseur, je préfère descendre de mon mirador et rentrer chez moi.”

Ce qui me choque, c’est d’avoir ces quantités de gibier, étalés à droite à gauche, dans le sang. Je m’excuse, mais non, ce n’est pas beau, ce n’est pas la chasse. Hubert-Louis Vuitton à franceinfo

Selon l’association des amis des chemins de Sologne, près de 300 sangliers et cervidés ont été abattus en trois heures il y a quelques semaines dans un domaine du Loiret.

Des chasseurs fortunés, aux nombreux privilèges

Ces pratiques de chasse sont légales. On peut chasser dans ce qu’on appelle un “enclos cynégétique”, une propriété grillagée avec habitation et on y bénéficie même de “privilèges”, comme c’est officiellement indiqué. “Vous pouvez par exemple mettre des céréales pour nourrir les populations de grand gibier. Par ailleurs, les chasseurs ne sont pas soumis aux plans de chasse, ça veut dire que vous pouvez chasser le nombre d’animaux que vous le souhaitez, explique Jean-Noël Rieffel, qui dirige l’Office français de la biodiversité Centre-Val-de-Loire. Enfin, vous n’êtes pas soumis à la période de chasse. Vous pouvez chasser toute l’année.”

Attention : cette image est susceptible de heurter votre sensibilité.

Cliquez ici pour l’afficher. Tableau d’une chasse dans le Loiret fin 2019. (LES AMIS DES CHEMINS DE LA SOLOGNE)

Seule contrainte, ne pas avoir plus d’un ongulé par hectare, mais les moyens de contrôler sont limités. Le député La République en marche (LREM) du Cher François Cormier-Bouligeon a donc rédigé une proposition de loi pour interdire ces chasses en enclos, selon lui essentiellement le fait de quelques riches familles : “Des grandes fortunes françaises sont venues acheter des grandes propriétés en Sologne pour pouvoir y organiser des weekends, entre ‘happy few’, non pas de chasse, mais de carnages cynégétiques. Or moi, je suis naturellement favorable à la chasse, à condition que ce soit la chasse d’animaux sauvages, qui ont la possibilité de s’enfuir.”

Ces “grandes fortunes”, visées par ce député, sont souvent de grands patrons, passionnés de chasse : les dirigeants des groupes Bic, de Petit Forestier, le coiffeur Franck Provost… S’ils grillagent leurs forêts, c’est surtout pour éviter les intrusions humaines, expliquent certains. Pour Olivier Dassault, héritier et député, la clôture est avant tout une garantie de gibier : “C’est important aussi lorsque l’on a des invités importants, de pouvoir leur faire passer une bonne journée.”

On n’aime pas inviter des amis et qu’ils n’aient pas la possibilité de lâcher au moins une ou deux balles dans la journée. Olivier Dassault à franceinfo

Olivier Dassault dit organiser des chasses où 30 à 50 ongulés sont abattus. Son voisin, Benjamin Tranchant, président du groupe de casinos, ne voit pas en quoi tuer beaucoup de sangliers, considérés comme nuisibles, serait un problème.

Olivier Dassault, en février 2021. (JEROME JADOT / RADIO FRANCE)

Si ces patrons sont critiqués, c’est surtout parce qu’ils font des envieux, estime le chef d’entreprise : “C’est devenu en fait une lutte des classes. Il y a une question de jalousie. Ces gros tableaux de chasse [tous ces animaux tués], ça les rend dingues. Et puis ça arrange bien tout le personnel, qui éventuellement serait licencié si demain on devait abaisser nos clôtures ou les enlever. C’est nous qui faisons vivre la Sologne. Si on n’était pas là, qu’est-ce qu’elle deviendrait leur Sologne ?”

Au-delà des crispations liées à la chasse et son éthique, ces clôtures posent aussi une question écologique. Pour l’Office français de la biodiversité, ces grillages freinent la circulation des grands animaux, limitent la diversité génétique, accroissent les risques d’épizootie et favorisent piétinement et appauvrissement des sols.

How Jewelers Rose to the Occasion in 2021

]

They were the talismans we held tight, connecting us to the loved ones we couldn’t see. They were symbols of faith that we would be dressing up for parties soon. They were our only visible flourishes on work-from-home Zoom calls. During a year of disorder and heartache, jewelry delivered more than a few feel-good moments.

The industry swiftly adapted. Auction houses became vibrant e-commerce platforms, and jewelers deepened client relationships by bringing gems directly to their homes. Designers also rose to the occasion, using their gifts to craft relevant work and help those in need.

Aficionados, in turn, shopped. In the early days of the pandemic, Sotheby’s sold a Car­tier Tutti Frutti bracelet for $1.34 million, the most ever paid for a piece of jewelry online. Just months later, Christie’s broke that record with a 28-carat diamond that sold for $2.1 million. That was only the beginning—the shopping spree of 2020 ran the gamut. Some bought whimsical charms and symbolic pendants; ­others invested in gems to put away for the future, deciding that this was the time to finally check items off their wish lists. Together, these were affirmations of the enduring power and significance of jewelry in good times—and bad.

In a year when jewelry could have felt trivial, the industry instead proved mighty. In lieu of our annual Jewelry Awards, T&C salutes those artists and mavericks, not just for surviving 2020 but for reigniting our passion for the truly precious, personal, and lasting. Bravo to all.

Illustration by Marcos Chin

Leader of the Pack

By Erik Maza

Lauren Harwell Godfrey. Ella Sophie

When T&C polled the crew we affectionately call our Jewelry Mafia, one name came up again and again: Lauren Harwell Godfrey. The California designer epitomized the fusion of style and substance by donating profits from her signature black onyx broken heart charm to the NAACP. “While jewelry can seem frivolous, this was a moment it became relevant and actionable,” says T&C contributor Will Kahn. More than $100,000 later, Godfrey says, “This isn’t even close to over yet.”

Harwell Godfrey X Muzo Totem necklace ($105,100), HARWELLGODFREY.COM Chad Johnson and The Commercial

More Action Heroes

By Leena Kim

In a year of instability and upheaval, it was remarkable to see how quickly the industry mobilized to support those in need. Actress (and newly minted jewelry star) Cynthia Erivo channeled her impeccable taste into curating a collection of charms for charity. Nearly 100 jewelers pledged to donate a portion of their proceeds to the hungry. A legend of mid­century jewelry design inspired a scholarship fund for young Black talent. And sales of sapphire rings helped doctors in their fight against the coronavirus. During our darkest hour, these individuals showed us the way.

Cynthia Erivo X Muse Loveland Foundation The actress edited a suite of charms for Muse’s Have a Heart collection and dedicated 10% of sales to the Loveland Foundation. HOLLY DYMENT FOR HAVE A HEART X MUSE ($4,050), musexmuse.com Have a Heart collection

Brent Neale No Kid Hungry In addition to donating 30% of her jewelry sales to feeding the needy, Brent Neale Winston also made a personal contribution to the nonprofit. ONE-OF-A-KIND GYPSY RING, net-a-porter.com NET-A-PORTER

Art Smith Memorial Scholarship Fund This $50,000 endowment at FIT for Black students, which was funded by a group of 50 brands, was named for the trailblazing 20th-century designer. LAVA BRACELET, c. 1946, brooklynmuseum.org ESTATE OF ARTHUR MONES/BROOKLYN MUSEUM

Ana Khouri Doctors Without Borders The Brazilian designer created a sapphire ring exclusively for pandemic relief—100% of sales went to the healthcare organization. BLUE SAPPHIRE MIRIAN RING ($7,074), anakhouri.com Ana Khouri

What Our Friends Loved

KEVIN KWAN, author: “The Paraiba tourmalines of the Zurich-based Doris Hangartner, whose designs are so captivating I featured one of her necklaces in a scene in my most recent novel, Sex and Vanity.” DORIS HANGARTNER MOUNTAIN OF LIGHT RING, DORISHANGARTNER.COM DEBRA MESSING, actress: “I immediately fell in love with the Bulgari Serpenti Collection, because it’s so wearable. The way it’s done here feels effortless, chic, and luxe.” BULGARI HIGH JEWELRY SERPENTI WATCH, 800-BULGARI LAW ROACH, stylist: “I am a huge fan of Matthew Harris of Mateo New York. His work is simple and perfect, a tough combination to pull off that he has come to master.” MATEO NEW YORK SPIRAL RING ($2,875), MATEONEWYORK.COM LYNN YAEGER, writer: “The brilliantly quirky Canadian-based designer Holly Dyment, who died last year, actually made one of her signature enamel brooches of my face surrounded by black diamonds!” HOLLY DYMENT BROOCH ($5,800), MUSEXMUSE.COM LAUREN SANTO DOMINGO, co-founder of Moda Operandi: “Sophie Buhai’s thoughtful designs couldn’t be more of the moment, as the style of fashion changes away from ruffles and florals toward simple lines and modern silhouettes.” SOPHIE BUHAI EARRINGS ($595), MODAOPERANDI.COM JORDAN ROTH, producer: “Kiff Slemmons’s handmade paper bracelets, crafted in collaboration with the Oaxacan artisans of Arte Papel, are a meditation on this moment, a way of connecting even though we’re so disconnected.” ARTE PAPEL VISTA HERMOSA, DESIGNS BY KIFF SLEMMONS (FROM $50), GALLERYLOUPE.COM LIZZIE TISCH, entrepreneur: ”Muse’s Have a Heart collaboration for Citymeals on Wheels. An indulgence right now needs to be personally meaningful and socially impactful.” HAVE A HEART X MUSE MULTICHARM NECKLACE ($57,805), MUSEXMUSE.COM LISA EISNER, designer: “Gold nuggets. The ones I love are from Australia or the Yukon. The best thing to do is let them shine on their own, like on a 22K necklace—untouched perfection straight out of the earth.” LISA EISNER JEWELRY NECKLACE ($42,895), LISAEISNERJEWELRY.COM MELANIE GRANT, author: “A cuff by Fawaz Gruosi in amber, a humble prehistoric material, and emeralds, amethyst, and gold. There is a certain purity to the bareness of the design. It’s a triumph of scale and artistry.” FAWAZ GRUOSI BRACELET ($157,800), FAWAZGRUOSI.COM

Now Streaming: Jewelry

By Erik Maza

Beyoncé’s Black Is King exalted major jewels, including work by Area (left) and Lisa Eisner, who made Jay-Z’s citrine and gold necklace. Andrew White / Parkwood Entertainment ; Disney+

“When they talk about the lights that guide the way, this is them!” Stylist Zerina Akers was referring to the image above, from ­Beyoncé’s visual album Black Is King, which indeed arrived like a supernova of beauty, talent, and vision during a dark summer. The Maryland-born costume designer could have said the same of all the jewelry she put on display: rope necklaces by Laurel DeWitt, armlets by L’Enchanteur, and earrings by Lorraine West, Sarah Diouf’s Tongoro, and A-Morir Studio. In doing so, the founder of the shopping directory Black Owned Everything also used her (and Bey’s) most ambitious canvas yet as a platform to lift up other creatives of color.

Lorraine West jewelry abstract palette earrings in brass ($592), 1stdibs.com Courtesy Lorraine West Jewelry

The Real Wonder Woman

By Leena Kim

Elsa Peretti Horst P. Horst

For Wonder Woman, jewelry is essential for survival: Her tiara doubles as a weapon, and her bracelets shield her from enemy fire. But what of her off-duty hardware? In the new Wonder Woman 1984, her alter ego Diana Prince wears the Bone Cuff created in 1970 by Elsa Peretti. For the cuff’s 50th anniversary, Tiffany & Co. reissued the designer’s most coveted originals for the first time in nearly 20 years, cementing the now 80-year-old Peretti’s status as modern jewelry’s very own superhero.

Tifany & Co. Elsa Peretti mesh bib necklace in 18K gold with tumbled emerald bead ($35,000), Tiffany.com Courtesy Tiffany & Co.

The iconic Bone Cuff is in the spotlight again—on Gal Gadot’s wrist in Wonder Woman 1984. Warner Bros. Entertainment

The Other Small Screen Scene Stealers

By Erik Maza

Not the Oscar winner, the NBA MVP, or the Hulu heartthrob. It was the jewels they wore that we couldn’t stop binge-watching.

THE UNDOING By now we know who did “it.” But learn the name of the woman behind the rings and earrings worn by Nicole Kidman’s character: Rebecca Elbek. THE CROWN The Spencer tiara is almost as famous as Princess Di herself, and its turn in season 4 was as convincing as Emma Corrin’s acclaimed performance. NORMAL PEOPLE Paul Mescal’s Connell, in Hulu’s adaptation, became the internet’s boyfriend, but it was his chain necklace that had us panting. LEBRON JAMES The basketball great just won his fourth championship. Off the court he’s an MVP watch collector of Patek Philippe, Richard Mille, and Rolex. MICHELLE OBAMA The V-O-T-E necklace worn by the former first lady at the DNC was a gold-plated civics lesson, and it helped out an upstart label, LA’s ByChari.

We Might Have Dreamed About These

By Olivia Hosken

But they did happen, thanks to these technical wizards. Francesca Amfitheatrof brought us the stars in sapphires and diamonds, and Lucia Silvestri painted Baroque frescoes in sapphires and rubies. Reed Krakoff exalted colored gemstones, and Boucheron somehow pulled off feathers—in white gold and diamonds.

BOUCHERON Boucheron Contemplation Plume de Jour Question Mark necklace, us.boucheron.com BULGARI HIGH JEWELRY Bulgari High Jewelry Barocko earrings, 800-bulgari TIFFANY & CO. Tiffany & Co. 2021 Tiffany High jewelry collection colors of nature ring, tiffany.com LOUIS VUITTON Louis Vuitton Lune Bleue necklace, 866-vuitton

There’s a Cat in the White House

By Olivia Hosken

The Clintons’ cat Socks, one of the most recent felines to grace the Oval Office. Smith Collection/Gado

And maybe also on your wrist? Felines have been associated with power ever since they accompanied ancient Egyptian pharaohs, and one will join the Bidens in their DC domicile. But it wasn’t a house pet that caught Car­tier jewelry director Jeanne Toussaint’s eye: It was the panther. Now the figurehead of Cartier’s oeuvre, La Panthère made its first full appearance in 1917, on Toussaint’s personal cigarette case. Several trips to the Paris zoo and one panther fur coat later, Toussaint designed the Panthère emerald brooch for Wallis Simpson in 1948—and socialites all over the world pounced. Today the inimitable big cat appears in geometric white gold covered in diamonds, with glowing emerald eyes—an architectural triumph for the ­modern head of the pride.

Cartier Panthere De Cartier bracelet, 800-Cartier © Maxime Govet @ CARTIER

Our Great Protectors

By Olivia Hosken

This evil eye, an ancient symbol of protection, is from AD 2.

Any trinket can be a lucky charm, but a true amulet carries some serious mojo all its own, like Verdura’s Hayden Planetarium–­inspired Zodiac and Lito’s Pop Art evil eye.

SEWIT SIUM Coral Power Claw Necklace ($325), SewitSium.com VERDURA Gold and Diamond Zodiac Pendant necklace–leo ($7,950), Verdura.com MONICA RICH KOSANN 18k Yellow Gold Queen Bee Charm with Diamonds ($950), MonicaRichKosann.com L ITO Grand Vert bracelet in 14k Yellow Gold and Enamel with Diamonds ($4,600), LitoFineJewelry.com

This story appears in the February 2021 issue of Town & Country.