Primeras clases de un nuevo método de resinación

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El entorno de Santa María la Real de Nieva ha acogido el primer curso de resinación con el nuevo método PVM (Pica al Vuelo Martín), caracterizado por ser poco invasivo, mecanizado que permite extraer resina natural y limpia y con el cien por cien de aguarrás y trementina.

El estudio de este nuevo procedimiento comenzó en marzo del año pasado con el registro de varias patentes y modelos de utilidad en maquinaria y herramientas desarrolladas para este fin.

“Es el único método del mundo que no deja heridas abiertas al pino ,ya que estas se curan y se taponan y además el único método que cuenta con un sistema de trazabilidad único (Driada.es) y con una marca de productos derivados de esta resina natural (Driada-Vida), que abarca desde ambientadores a joyas ,vinos y cervezas”, ha destacado el inventor Fernando Julián Martín, quien asegura que este proyecto “viene a salvar sectores primarios y sobre todo el medio natural”.

A este primer curso de resinación con el método PVM han acudido incluso personas llegadas desde Cataluña y la Comunidad Valenciana. L Lo han &D Ferjojusa SL, Globales informática de Segovia y Io3 Soluciones.

Resina: el sector genuinamente segoviano que lo tiene todo para triunfar

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Al hablar de actividades ligadas de manera indisoluble al medio rural, pueden venirse varias a la cabeza. Labores ganaderas, agrarias… innumerables. Y gran cantidad de ellas, comunes tanto en el territorio segoviano como en diversos puntos de la geografía nacional. Sin embargo, hay una labor casi genuina de la provincia de Segovia. De una zona de ella. Y que prácticamente se definen mutuamente. Es la que tiene que ver con la resina.

Se trata de una actividad centenaria y estratégica en una amplia comarca del centro de la provincia segoviana. Lógicamente, inserta en lo que se conoce como Tierra de Pinares y que se ha convertido en estratégica de esos lugares. No en vano, Segovia es líder a nivel nacional del sector resinero y un referente europeo. La provincia reúne alrededor de un millón y medio de pies abiertos, esto es, de pinos destinados a la resinación. Se reparten en más de 60 localidades y guardan relación con más de 300 profesionales.

Para dimensionar esa cifra se puede apuntar que, en toda Castilla y León, son 900. Teniendo en cuenta empleos directos en indirectos, la suma se acerca a los siete centenares. En la provincia hay cinco de las siete industrias del país dedicadas a la destilación. Están en Coca, Cuéllar, Navas de Oro, Lastras de Cuéllar y Zarzuela del Pinar y se unen a las de las provincias soriana y conquense.

Las fábricas son: Luresa (Coca), Resinas Naturales (Cuéllar), la única de la provincia que se dedica a 1ª y 2ª transformación. Con fábrica también en Almazán (Soria), Resinas Navas de Oro (Navas de Oro), Resinas y Maderas Eleuterio Criado Gómez (Lastras de Cuéllar), ACM Resinas Alfonso Criado Martín (Zarzuela del Pinar) e Industria Resinera Valcan (Cuenca)

La resina tuvo su punto álgido en nuestro país en los años 60, cuando España era la tercera productora mundial de este bien.

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Actualmente, la resina española se ve afectada, como la mayoría de ámbitos económicos, por la globalización y, por tanto, por la competencia china o la subida de precios de materias primas, entre otros factores. La resinación constituye, además, una actividad estacional. La recolección se desarrolla entre el mes de febrero o marzo y el de noviembre, por lo que quedan tres meses inactivos para los profesionales. Es uno de los caballos de batalla, tal y como recuerda Paqui Jurado, presidenta de la Asociación Nacional de Resineros y miembro de la Mesa de la Resina, como representante de la Federación Regional de Municipios y Provincias.

Aunque pueda sonar como un producto lejano, la resina está presente en multitud de elementos cotidianos. Una de sus transformaciones, en las industrias, la convierte en dos subproductos: la colofonia y el aguarrás. Y está presente, entre otras cosas, en barnices, pinturas, disolventes, insecticidas, papel, goma de mascar, jabones o cosméticos. Pero aparte de ese valor directo, aporta muchos otros indirectos, como la generación de actividad y empleo en ese medio rural, con la consiguiente fijación de población.

Otro de los aspectos que recalcan desde el sector es la labor de conservación de los montes y pinares que llevan a cabo. Incluso con tareas selvícolas que contribuyen en la prevención de incendios forestales. “Somos la voz de alarma ante cualquier conato”, incide Jurado. La gran competencia es el petróleo, aunque la esperanza aparece con el avance del concepto de Economía Verde.

Guillermo Arranz también forma parte de la Mesa de la Resina y es vicepresidente de la Asociación Resineros de España. Este ingeniero industrial valora la importancia del momento actual para marcar el futuro de la resina, ya que engloba “todo lo que pide Europa”: economía circular, local, verde, sostenible… Por eso, no entiende que, hasta el momento, las administraciones públicas “no hayan visto” el potencial en cuanto a cohesión social. Insta a que “abran los ojos” para ponderar todas las personas relacionadas con el sector y que, según él, pueden llegar al riesgo de la exclusión social.

En ese sentido, Arranz remarca los beneficios “intangibles” que también aportan y relata que, del aprovechamiento obtenido de la resinación, un 15% va a un fondo de mejora de los montes, con incidencia directa en los tratamientos selvícolas. Según Arranz, el 85% restante va a las arcas municipales porque, normalmente, los montes son de utilidad pública, también a través de las Comunidades de Villa y Tierra. Por eso, concluye que los recursos revierten finalmente en los servicios públicos que prestan las administraciones.

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Rincón de la Vega es una de las empresas ligada al sector, dentro de la Comunidad de Villa y Tierra de Coca. Su presidente, Alejandro Rojero del Río, lamenta la poca inversión en los montes. Resinas Criado lleva más de un siglo en esta labor en la zona de Zarzuela del Pinar. Ahora Alfonso Criado Martín, regenta ACR- Resinas Alfonso Criado Martín, cuarta generación de la familia. Desde el año 2000, la compañía maneja alrededor de 2.000 toneladas anuales de miera. Al igual que el resto, espera mucho de la Agenda 2030 y del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. La actividad resinera está amparada por la Asociación Segoviana de Industrias Químicas, presidida por Emilio Hernando, dentro de la Federación Empresarial Segoviana (FES).

Otro de los colectivos implicados es la Asociación para la Vertebración y Defensa del Sector Resinero. Juan Carlos Álvarez es su presidente y sostiene que los derivados de las resinas naturales atraviesan un momento “bueno, por no decir muy bueno”. De hecho, ha remarcado el uso de la colofonia para la elaboración de antivirales, algo que ha cobrado mayor importancia si cabe, debido a la pandemia del coronavirus. No obstante, ha puntualizado, al igual que otros actores relacionados con el sector, que los precios de los subproductos resineros viven siempre en una evolución de “dientes de sierra”, por lo que la inestabilidad es grande. Sin embargo, Álvarez es optimista en cuanto al futuro de la actividad, puesto que hay transformaciones industriales que “solo pueden hacerse” a partir de la resina natural, aunque sí que hay otros usos en los que puede aplicarse la resina sintética.

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Que Segovia ha sido desde siempre uno de los focos resineros de España lo pone también de manifiesto Aida Rodríguez, investigadora y coordinadora de proyectos del Área de Gestión Forestal y Recursos Naturales de CESEFOR, que es una fundación sin ánimo de lucro creada en 2003 y que apoya al sector forestal y a sus industrias asociadas. Tiene su centro en Soria, pero opera en toda Castilla y León. Rodríguez valora la capacidad del sector de sobrevivir en Segovia décadas atrás, cuando prácticamente desapareció en España. Desde ahí, en una especie de Reconquista, la actividad tuvo la capacidad de reorganizarse en cuanto hubo una nueva oportunidad, en torno al año 2010.

Igualmente, incide en la inestabilidad de precios, que cada campaña se decide con multitud de factores implicados. Entre ellos, el precio que se marca en países extractores como Brasil o China. Pese a todo, Aida Rodríguez recalca cómo la realidad resinera es coincidente con la bioeconomía y conceptos como ‘green economy’, economía circular o desarrollo rural. Unas “patas bien sostenidas”, según sus palabras, en elementos que, en principio, son a los que se dirige Europa y su economía. El “quid de la cuestión” es cómo se traduce finalmente.

Mientras, la Asociación Forestal de Segovia (ASFOSE) maneja unos 300 asociados, que engloban unas 60.000 hectáreas de masa forestal. Son fundamentalmente propietarios privados, aunque también aparecen algunos ayuntamientos. Esta entidad se encarga de representar a esos asociados ante la Administración, elaborarles planes técnicos o planos forestales o tramitar expedientes y ayudas, entre otros. El presidente de ASFOSE, Fernando Redondo, remarca que el sector de la resina debe ser un elemento que fije población y dinamice la economía rural.

De la importancia del sector en la economía de la provincia habla también Noemí Otero, responsable de Empleo, Promoción Provincial y Sostenibilidad de la Diputación de Segovia. Argumenta que la resina supone alrededor de 700 puestos de trabajo en el medio rural segoviano, entre directos e indirectos. “Fija población y, por tanto, contribuye a afrontar el reto demográfico”. Además, ligado a conceptos ya mencionados: bioeconomía y sostenibilidad. “Se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, gracias a ser un producto “renovable, natural” y una alternativa ecológica a productos derivados del petróleo. Según Otero, la rentabilidad y viabilidad de esta actividad en la provincia está “absolutamente demostrada”.

La diputada provincial reconoce que es momento de que las administraciones públicas apoyen decididamente esta actividad y se encomienda a los Fondos NextGeneration. Relata que distintos agentes resineros han decidido elaborar proyectos que concurran a esa convocatoria y confía en que consigan financiación.

Las Comunidades de Villa y Tierra: la particularidad de Segovia

Dentro de las administraciones implicadas, aparecen las Comunidades de Villa y Tierra. Como la de Cuéllar. Su presidente (y alcalde de la villa mudéjar), Carlos Fraile, afirma que la resina tiene un peso “importantísimo” en esa institución que encabeza. La comunidad cuenta con unos 200.000 pinos y da trabajo a unas 40 familias. Admite que el sector debe afrontar un proceso de modernización para ganar en competitividad y coincide en que los fondos europeos constituyen una “oportunidad”. Por ejemplo, para garantizar la actividad de los profesionales en los meses fuera de temporada de recolección resinera. En cuanto a la Comunidad de Villa y Tierra de Coca, cuenta con unos 200.000 pinos abiertos, según su presidente, Mariano Herrero, alcalde a su vez de la villa caucense.

Otra de las Comunidades de Villa y Tierra relacionada con la resinación es la de Sepúlveda. La preside el alcalde de ese municipio, Ramón López, que valora la importancia de los aprovechamientos forestales del Monte 180. Un espacio indiviso que licitan, en años alternos, la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda y la de Cuéllar. Lo conforman unos 20.000 pinos, agrupados en ocho lotes. López remarca que esta actividad propicia empleo para gente del entorno, así como garantiza la producción de los montes y su cuidado. Igualmente, hace hincapié en que la economía verde es la vía de expansión del futuro, teniendo en cuenta que el turismo ya está suficientemente explotado en la zona y que la gran industria “no va a llegar”, al parecer “preferir” otros lugares de implantación. Por eso, el futuro pasará por “vivir de lo que tenemos, de los que producimos y de nosotros mismos”.

Por su parte, el secretario general del PSOE en Segovia y diputado nacional, José Luis Aceves, pertenece a una familia que suma varias generaciones resineras. Reside en Coca y es bisnieto, nieto e hijo de resineros. Un sector “estratégico”, apunta, que brinda asentamiento de población y actividad en el medio rural. No en vano, Aceves califica la resina como “oro líquido”. También reclama mayor apoyo institucional y se fija en la Junta de Castilla y León, para garantizar ese trabajo de los profesionales “todo el año”. Según Aceves, la Junta y la Diputación Provincial “deberían empujar” para concretar proyectos de investigación, desarrollo, empleo, economía verde… Además, asegura que la investigación no se ha desarrollado “como debía” en los últimos años por parte del sector.

Y, además de esas instituciones, ¿el Gobierno central tiene algo que decir también? El representante socialista reconoce que todos los niveles de la Administración se deben implicar, ya que Segovia es “la capital europea de la resina”, sin parangón, al reunir el mayor número de pinos abiertos, el mayor número de kilos extraídos y el mayor número de empleos en la actualidad. Una actividad también “puntera” a nivel europeo. Por eso, aboga por un cambio de normativa, porque “el marco competencial sigue funcionando con pliegos del antiguo ICONA”, lamenta.

Caso paradigmático: de la Unión Resinera Española a LURESA

De la importancia de ese sector puede hablar, por ejemplo, la trayectoria de LURESA, empresa heredera de un legado que supera el siglo y medio, en territorio de Coca. Fue la Unión Resinera Española y el director técnico de LURESA Resinas SL, Antonio Romero, fija la fundación de aquella compañía en el año 1861. La industrialización de productos resineros comienza en España a partir de La Resinera Segoviana, entidad caucense que fue un centro fabril “novedoso” desde el punto de vista técnico e industrial.

A finales del siglo XVIII, aparecen gran número de destilerías resineras, aunque el problema mayor es la falta de coordinación, lo que les impedía ser competitivas en el mercado internacional. Calixto Rodríguez es una figura clave en la voluntad de aunar esos esfuerzos. En 1888, se crea el sindicato para la venta del aguarrás, embrión de la Unión Resinera Española, que toma forma definitiva en 1896.

La primera mitad del siglo XX siguió una política de expansión, con la adquisición de terrenos que asegurasen la actividad resinera. En la década de los 50, la Unión Resinera Española abordó múltiples adquisiciones, llegando a tener 70.000 hectáreas de monte propio y hasta 22 factorías en toda la Península Ibérica. Llegó a producir más del 50% de total nacional: unas 30.000 toneladas.

La década de los 70 significó un batacazo para el sector. Entra la competencia de resinas derivadas del petróleo y los costes de mano de obra suponen un porcentaje muy elevado. A finales de esa década, se produce un salto hacia la síntesis de los derivados de colofonia, que aportaba un añadido y abría la puerta a diversas aplicaciones industriales. Ya en el siglo XXI, se da un nuevo periodo de ampliaciones. Luresa Resinas SL sucede a la Unión Resinera Española. Resinas Brasil adquiere la división química y asegura el aprovisionamiento de materia prima.

La superviviente de Cuenca

De las siete fábricas que existen en España, cinco se localizan en Segovia, una en Soria y la otra, en Cuenca. Es Industrias Resineras Valcan y Saúl Gómez es su gerente. Su familia ya estaba ligada al sector a mediados del siglo XVIII. Sus bisabuelos establecen, en 1901 y en Sigüenza, la fábrica La Esperanza. En 1944, abrieron una industria más moderna en Molina de Aragón y en 1955 fundan Valcan, ahora en manos de la cuarta generación de la familia.

Gómez reconoce que “la música del panorama actual suena bien”, puesto que el sector resinero cumple con todo lo que se destaca: lucha contra el cambio climático y contra la despoblación; economía verde, sostenible, renovable, circular… No obstante, advierte de la amenaza que suponen los “grandes colosos industriales” que se dedican al taroil y otros derivados del petróleo. Explica que España lucha por avanzar y hacerse un hueco entre la competencia china o brasileña, con la fortaleza que aporta, “como en Segovia”, conocer muy bien el sector “de toda la vida”, con trabajo hecho y experiencia de “muchísimos años”.

A modo ilustrativo, Saúl Gómez enumera que, en el año 1950, había 82 fábricas resineras en España. En 1960 eran 68. En 1970, 38. En el año 1980 quedaban 17. Y entre 1990 y 2000 se quedaron cinco: tres en Segovia, más la soriana y la conquense. Luego, abrieron dos más en la provincia segoviana. El reto que plantea el siglo XXI, con la cuarta revolución industrial, la digital, es el de acabar con la volatilidad y temporalidad de la resinación, como vía de mejorar la productividad, para que el profesional rentabilice un trabajo “que es de admirar”.

I+D+i

El sector resinero también tiene algo que decir en el campo de la innovación y la investigación. Un ejemplo es el proyecto Driada, que implica la creación de un software para ayudar a la recolección de la miera, entre otros aspectos. Su inventor es un agente medioambiental, Fernando Martín, y para su desarrollo ha contado con la labor de Globales Soluciones Informáticas. El director general de esta compañía, Alfonso Rincón, relata que el sistema permite mantener sensores en cada árbol, para conocer cuál es su estado. Y el resinero, a través de una app, puede optimizar sus tareas. La información se mantiene en la Nube y está disponible para todo resinero que cuente con licencia.

Fernando Martín explica que la idea surge por la necesidad de dotar de mayor valor a los aprovechamientos forestales, de modo que se pueda elaborar un inventario forestal digital o detallar el geoposicionamiento, entre otros aspectos. Para ello se ha dado la mano con Ferjojusa y han actuado como mecenas José Ángel Lobato y David López. Ya hace una década se pusieron a pensar en un sistema que mejorase la resinación, haciendo el trabajo menos laborioso. Así, Fernando alude a un sistema que permite acudir menos veces hasta el pino y, sin embargo, obtener una miera de mejor calidad.

Asimismo, se gana en trazabilidad y cuando alguien compre un producto final podrá saber de qué monte viene, incluso de qué pino o la fauna que habita ese árbol, así como a qué municipio pertenece, con potencialidades turísticas, según aventura Martín. Un proyecto genuinamente segoviano que tiene otro avance con Driada Vida, una marca de productos elaborados con “resina de alta calidad”.

Ha comenzado con fragancias, que incluyen esa trazabilidad total. No presentan compuestos artificiales. Únicamente el “olor puro del pino”. Sin químicos añadidos. Para el futuro se piensa en incorporar joyas o bebidas, según comenta este agente medioambiental, así como la aplicación en jabones o ungüentos. En todos los casos, el comprador podrá conocer al detalle el origen de la resina con la que cuenta el producto. Driada Vida se ha puesto en marcha en el monte público de Melque de Cercos, donde se ha instalado el software y la sensorización.

Algunos conceptos básicos

“Guía básica de trabajos de resinación en pinares”

La resina es el producto que se desprende, trementina natural, del jugo que fluye a través de la savia descendente del pino hasta el exterior. Su función natural es servir de defensa, creando un recubrimiento en las heridas del árbol y evitar así la entrada de insectos y patógenos. Esta materia está formada en proporciones variables de una parte volátil que es la esencia de trementina, y de un residuo fijo llamado colofonia.

La miera es la resina o trementina ya oxidada

Después de ser recogida, se traslada a las fábricas para la destilación y obtención de productos.

Los derivados de la resina son la colofonia y el aguarrás, que se utilizan para la preparación de alimentos, en medicamentos, aditivos, en productos fitosanitarios, tratamientos para papel, en tintas de impresión, pinturas, neumáticos, cosmética, etc.

El pino negral es la especie mayoritaria en la industria resinera. Se utilizan también el pino laricio y el carrasco. Es la especie climática original, adaptada a terrenos pobres, sueltos y arenosos eólicos, especie de dunas formadas por arrastres. Son montes de llanura donde el arbolado es el único medio para fijar esas dunas impidiendo que su progresión invada terrenos de cultivo

Herramientas para extraer la resina, una de las más antiguas, la media luna, necesaria para incrustar la grapa que dirige la miera, el barrasco, el trazador y otros instrumentos de fabricación propia como una carretilla con un ‘exprimidor’ para sacar la miera de los potes, además de la paleta y la escoda o azuela.

La resinación consiste en estimular la producción de resina de los canales resiníferos para su extracción, mediante diferentes técnicas basadas en realizar incisiones en la corteza el árbol. Se lleva a cabo entre los meses de febrero, etapa de desroñe hasta la pica y sangrado de árboles que comienza en abril, hasta noviembre.

Método Hugues, proceso de extracción, introducido en 1845, con el que se realizaban largas y profundas incisiones longitudinales llamadas “caras”

Método de “pica” de corteza, es el usado actualmente, con el que se ejecutan cortes menos profundos. Es una abertura de estrechas franjas de corteza del pino, entre la zona del cambium vascular y la corteza. Se suele utilizar el rayón, una fina incisión en la corteza seguida de la aplicación de estimulantes químicos, ácido sulfúrico diluido en agua, que provoca de forma más rápida la segregación de la resina, mantiene los canales resiníferos abiertos y ralentiza la cicatrización natural de la planta. Se reduce el número de picas y el tiempo de extracción, aprovechando así un número mayor de pinos, el doble, 2.500 con el sistema Hugues frente a 5.000 con el nuevo sistema de pica. El impacto en el árbol también es menor

Entalladura es la parte del pino aprovechada o abierta en cada campaña, equivale al conjunto de picas realizadas anualmente. Cada año se abre una nueva entalladura situada longitudinalmente a mayor altura sobre la anterior, en la que se colocará de nuevo la grapa y el pote. Se realizan durante cinco campañas consecutivas. El conjunto de estas cinco entalladuras, constituyen una “cara”. Al cabo del quinquenio, cuando la cara se completa, se abre otra contigua a la anterior, hasta abrir, generalmente, las 5 caras del árbol. Por norma general los pinos son resinados durante 25 años.

Vida útil del pino resinero, los trabajos de resinación se realizan normalmente durante 25 años, con los métodos actuales. Con el método Hugues, aunque el crecimiento del árbol no se veía apenas afectado, sí la calidad de la madera, por lo que se prolongaba el aprovechamiento de la resina en ciclos más largos, de 50 a 60 años. Cuando el pino alcanzaba los 75 años de explotación, el árbol podía ser resinado “a muerte” antes de la tala

Según segregaba la resina el árbol, se iba recogiendo en una pequeña cavidad de cerámica “potes”. Actualmente sólo se fabrican de plástico.

La resina que llena los potes se recoge varias veces durante la campaña en la llamada remasa. Al cabo de varias picas, el pote se va llenando de miera y es necesario recogerla evitando que no se caiga al rebasar para verterla en otros recipientes mayores, latas cuadradas con asas o con ruedas, carretillo.

El coro de la Catedral de Lugo, una joya del siglo XVII, en estado crítico

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El coro de la Catedral de Lugo es para muchos entendidos la mejor obra de sillería del siglo XVII de España. Una joya de Francisco de Moure que, cuando se cumplen los 400 años del inicio de su construcción, está en estado crítico. Viejos ataques de carcoma sufridos a lo largo de los siglos han hecho mella en el conjunto artístico, que urge una intervención para evitar que siga deteriorándose y para recuperar su esplendor.

Desde la distancia, el coro catedralicio, de nogal, presenta buen aspecto, pero basta acercarse un poco para ver el daño que los ataques de xilófagos han ocasionado. Los graves problemas en la sillería se aprecian a primera vista. Se detectan las huellas de la carcoma y hay zonas en las que si se presiona simplemente la superficie con el dedo, la madera se hunde. «Entre os anos 50 e 60 vernizouse e probablemente xa se fixo para mitigar a desintegración dalgunhas zonas. Dalgún xeito, ese verniz está cohesionando o conxunto», describe César Carnero, fabriquero de la Catedral de Lugo. Por lo de pronto, la parte superior del coro ya solo se usa en domingos y fiestas, para evitar seguir deteriorándolo, aunque en condiciones normales el uso ayuda a conservar.

La estructura del coro presenta problemas graves, pero las tablas de los altorrelieves, la parte más esplendorosa del conjunto, son lo más delicado. Hace una década, aproximadamente, se realizó una intervención conservadora al detectar un ataque activo en una parte del coro, y por prevención se aplicó un tratamiento completo contra la carcoma. En algún momento puntual también se ha endurecido alguna zona con resina, y se realiza un cuidado periódico con cera con esencia de trementina, pero todas estas medidas solo son parches. «Necesita unha restauración profunda», alerta Carnero, preocupado por la situación de la joya escultórica.

«Habería que desmontalo todo, ver se a estrutura resiste ou se hai que refacela. No taller, eliminar todo o verniz, endurecer a madeira e en zonas lisas igual é necesario facer enxertos. É un traballo moi especializado e minucioso e nós non o podemos asumir», apunta. Una intervención de este tipo es cara. En casos similares han sido las administraciones autonómicas, las grandes fundaciones o el Ministerio de Cultura, a través del Instituto Cultural de España, los que han asumido recuperaciones de este tipo. «Sería un gran regalo de 400 aniversario restauralo e devolverlle o seu esplendor», apunta Carnero.

Relieves con santos, escultores y hasta animales tocando instrumentos

Los altorrelieves que acompañan a cada estalo (silla del coro) son una obra de arte. En ellos Moure representó a diversos santos, entre los que están San Froilán, San Pelayo o Santa Teresa y San Ignacio, que habían sido canonizados recientemente. Pero también hay partes más curiosas en las que representa animales tocando la gaita o la pandereta, algún búho, o incluso una parte en la que se refleja el propio proceso de la creación escultórica. Una joya en todos los sentidos.

La única sillería catedralicia que se mantiene in situ en toda Galicia

El coro de la catedral lucense es único por muchos motivos. Para empezar, porque fue la obra maestra del escultor Francisco de Moure (Santiago, 1576-Monforte, 1636). Un trabajo que transita entre el manierismo y el barroco, ya que, de alguna manera, el artista abrió la puerta del nuevo movimiento escultórico a Galicia.

Pero más allá del contenido artístico de inmenso valor, el coro lucense destaca por ser la única sillería catedralicia gallega que se puede ver in situ. Los coros de los demás templos fueron trasladados, pero el de Lugo se mantiene en el mismo lugar en el que empezó a construirse hace 400 años. La razón es que a lo largo de los siglos, el Cabildo y los lucenses, habituados a convivir y a usar la sillería, rechazaron la posibilidad de que se retirase a otro lugar. Pero, a mayores, hay un motivo que va más allá de lo sentimental.

Cuando el arquitecto Pons Sorolla intervino en la Catedral, hace algunas décadas, se le encargó un informe sobre la posibilidad de trasladar el coro, pero sus estudios lo descartaron de cuajo. El motivo es el siguiente: la catedral presenta ciertos problemas estructurales que hacen que los muros de la nave central estén combados. Estos problemas se agravaron en su momento con el terremoto de Lisboa. El llamado trascoro, la parte posterior del coro, obra de Simón de Monasterio, es un espacio de piedra maciza cuyos muros funcionan como contrafuertes y ayudan a soportar la nave central de la catedral. Es decir, si se retirase el coro, lo normal sería retirar el trascoro para abrir la nave, y esto probablemente haría que la catedral colapsase.