Todos los Rolex de primera mano que puedes comprar por menos de 9.000 euros

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Que levante la mano quien no quisiera lucir un Rolex auténtico en su muñeca (a poder ser, propio). No os vemos, pero imaginamos que sois pocos los que habéis osado hacer tal cosa. Para el resto, la buena noticia es que hay modelos de la marca más exitosa del mundo que son asequibles. Entiéndase por asequible un mínimo de 4.800 euros, que no dejamos de hablar de una marca de lujo.

Hemos buceado por la página web de Rolex y, si bien la mayoría de sus productos superan los 9.000 euros, hemos encontrado piezas más baratas. La mayoría, variaciones del modelo Oyster Perpetual. Atemporal y versátil, es la puerta de entrada a la codiciada familia Rolex. Sus variantes de tres agujas, que indican las horas, los minutos y los segundos, son las más alcanzables de la firma de la corona.

Así que lo más económico que hallarás es un Oyster Perpetual de acero de 28 mm de diámetro (para mujer o para muñecas realmente pequeñas) por 4.800 euros. Se trata de uno de los nuevos Oyster Perpetual que Rolex ha presentado este año, con esfera plateada, azul, negra o rosa y brazalete Oyster (con tres filas de eslabones planos).

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Por supuesto, está realizado en acero Oystersteel (un acero específico que emplea la marca, muy resistente a la corrosión), porque los metales nobles que emplea Rolex (distintos oros y platino) encarecen sus relojes y todos escapan a nuestro objetivo de 9.000 euros como tope.

El siguiente en la lista de los Oyster Perpetual más accesibles es el de 31 mm (4.900 euros), también una novedad de este año que ha enamorado a los aficionados relojeros por los nuevos tonos de su esfera: azul turquesa, rojo coral, amarillo, plateado, rosa, rosa caramelo, verde, negro y azul vivo.

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Le siguen los de 34 mm (5.000 euros), los de 36 (5.300 euros) y los de 41 (5.600 euros), todos con varias opciones de colores.

No encontrarás en esta lista ningún Yacht-Master. El reloj que luce como ningún otro Rolex en alta mar (pero no bajo el agua, sino sobre un yate o en una regata) no baja de 10.700 euros, y puede alcanzar los 44.900. Tampoco hay Sea-Dweller por debajo de 11.100 euros, GMT-Master II de menos de 9.200 ni Sky-Dweller por menos de 9.000, pues todos están fabricados en oro. Lo mismo sucede con los Cosmograph Daytona. Las dos únicas versiones existentes en el portal de la firma empiezan en 12.500 euros.

Pero, por suerte para muchos, podéis comprar un Submariner de primera mano por menos de 9.000 euros. Es, probablemente, el reloj más reconocible del mundo, con estatus de icono. Este año, Rolex lo ha renovado, aumentando el tamaño de su caja e incorporando un nuevo calibre de manufactura que ofrece mucha más reserva de marcha, pasando de 50 horas a 70.

La nueva versión de 41 mm del Submariner en acero Oystersteel con bisel giratorio y esfera negros está a tu alcance por 7.700 euros. Si lo quieres con las mismas características y, además, fecha, asciende a 8.700 euros.

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Existen otros modelos de Rolex a los que se les suele hacer menos caso cuyo precio baja de 9.000 euros. Por un lado, el Air-King para pilotos, con su esfera negra que consta de índices combinados de horas y minutos, del que hoy solo se vende una versión en acero de 40 mm con esfera negra por 6.100 euros. Por otro lado está el Milgauss, que Rolex introdujo en los años 50 y que es reconocible por su característica aguja de segundero naranja en forma de rayo. En acero y con 40 mm de diámetro, cuesta 7.900 euros, y lo tienes con esfera azul o negra y cristal de zafiro verde en ambos casos.

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¿Y qué hay del Explorer, con un diseño parecido al Oyster Perpetual y diseñado para los primeros exploradores del Everest? Robusto y de uso diario, tienes tres de acero: un Explorer de 39 mm (por 6.200 euros) y un Explorer II de 42 mm (7.900 euros) con esfera blanca o negra.

De los Cellini clásicos nos olvidamos, porque el más barato cuesta 14.500 euros (hay varios modelos con este precio), y los Oyster Perpetual Day-Date (con día y fecha) no están disponibles en acero.

Nos falta por detallar los precios de los Oyster Perpetual Datejust, que son de los más populares de Rolex. Por primera vez encontramos en la colección actual de Rolex un modelo de acero y oro blanco por 7.600 euros. Con brazalete Jubilee, mide 31 mm y su dial es verde menta o gris oscuro. Y aún encuentras uno 200 euros más barato con esfera blanca y números romanos que es también novedad de este año.

El Datejust 31 en rosa con brazalete Jubilee y todo de acero aún cuesta menos: 6.500 euros. Y un poco menos (6.200 euros) el Oyster Perpetual Date 34 en azul, que asciende a 8.200 si al acero se le suma el oro blanco y diamantes en los índices.

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No se vayan todavía, aún hay más: existe un Datejust 36 en acero y oro blanco por 8.100 euros y otro de 36 con brazalete Oyster y esfera plateada por 6.700. Ahora, la elección es tuya.

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Para adentrarse en el universo de los relojes Rolex se necesita más vocabulario que el del diccionario de la lengua española. Es un mundo complejo que requiere más estudios que el Grado en Medicina, con doctorado incluido. Hay expertos que dedican su vida a saberlo todo sobre esta marca, como el italiano Pucci Papaleo, apodado Mr. Daytona porque es un erudito de la vida y milagros de este modelo y de los cronógrafos históricos de la Rolex.

Atiende a la terminología que gira alrededor de los relojes Rolex: está el sistema Ring Command, la visualización Chromalight, la caja Oyster, la corona Twinlock, la lente Cyclops, el cierre Glidelock y un largo etcétera de vocablos exclusivos de los relojes más conocidos sobre la faz de la Tierra.

Hoy nos centraremos en los distintos tipos de correas que ciñen los relojes Rolex a la muñeca. Parecen elementos simples, pero están tan valorados como sus cajas (amén de copiados), y aportan información relevante sobre la firma que ayuda a comprender su estatus de reina de la industria relojera.

Además, un brazalete juega un papel relevante en la estética de un reloj y en su uso. Estos son todos los que existen.

Relojes Rolex: Oyster, el más influyente

Reloj Rolex Oyster Perpetual, con brazalete Oyster. © Cortesía de Rolex

Es el más longevo de la enseña: data de finales de los años 30 del siglo pasado. Pero no fue Rolex quien lo produjo en sus orígenes, sino Gay Frères, un conocido proveedor de brazaletes que posteriormente se hizo cargo de la pulsera del Royal Oak original de Audemars Piguet, entre otras.

Rolex confió en Gay Frères durante años (el gigante acabó comprando la compañía en 1998), y hasta 1947 no comenzó a fabricarlo internamente. Después fue modificándolo, curvando los eslabones de los extremos rectos que tocan la caja del reloj y añadiéndoles masa para que fueran más resistentes. Siempre en aras de una mayor funcionalidad, no tanto de la estética.

Cada generación del brazalete Oyster lleva un número de referencia que suele encontrarse en el eslabón final y que indica el tamaño de los eslabones finales.

Fabricado con metales (acero, oro amarillo, oro rosa, Rolesor –acero combinado con oro– y platino), muestra tres filas de eslabones planos alargados y macizos, con una pieza grande en el centro y dos más delgadas a cada lado.

Acompaña a los modelos profesionales (los más deportivos) de la casa, sobre todo al Submariner, al Explorer y al GMT-Master, aunque también se ve con algunos clásicos, como el Datejust, el Day‑Date y el Sky‑Dweller. Se cierra con cualquiera de las hebillas de Rolex: Oysterlock, Oysterclasp y Crownclasp, e integra el sistema de extensión rápida Easylink.

Relojes Rolex: Jubilee, el versátil

Reloj Rolex GMT-Master II, con brazalete Jubilee. © Cortesía de Rolex

Este sí fue el primer brazalete fabricado por Rolex. Llegó en 1945 junto al Oyster Perpetual Datejust con un nombre (jubileo) que hacía referencia al 40 cumpleaños de la marca que había creado Hans Wilsdorf en Londres.

Al principio solo estaba disponible en oro macizo, pero luego la oferta se amplió con el acero y el de dos tonos (acero y oro). Hoy, que convierte a un reloj en un Rolex reconocible al segundo, se fabrica en todos los metales excepto en oro y platino.

Los primeros Jubilee tenían problemas de estiramiento (perdían su rigidez con el tiempo y se volvían más sueltos y elásticos), porque usaban eslabones doblados, como en los brazaletes Oyster de la época. Con el cambio a otros sólidos, ganaron en robustez y resistencia al desgaste.

El Jubilee consta de cinco filas de eslabones semicirculares y planos en el interior, con los laterales de mayor tamaño. Los tres eslabones del medio están pulidos, y los de los lados, cepillados. Se podría decir que es una mezcla entre la pulsera Oyster y la President, y está equipado con un cierre invisible Crownclasp o con un Oysterclasp.

Con los años, este brazalete se unió a algunos de los modelos profesionales de Rolex, como el GMT-Master. De hecho, es el que luce el GMT-Master II en acero.

Relojes Rolex: President, el elegante

Reloj Rolex Day-Date 40, con brazalete President. © Cortesía de Rolex

Nació para vestir al Oyster Perpetual Day-Date que vio la luz en 1956. Con sus tres eslabones redondeados, se considera el más refinado de todos los brazaletes de Rolex, y recibió su nombre en 1965, cuando el presidente de Estados Unidos en aquel año, Lyndon B. Johnson, vistió un Day-Date de oro amarillo. “El reloj de los presidentes”, rezaba un anuncio de la marca en aquellos días.

Visualmente, es un cruce de los dos anteriores (Oyster y Jubilee). Aún se reserva para los Day-Date, aunque también se asocia a algunos Datejust de mujer fabricados en metales preciosos. En oro (amarillo, rosa, blanco) o en platino, siempre equipa el Crownclasp, un cierre de corona oculto. La verdad es que, a excepción de la primera versión, el President siempre ha estado equipado con Crownclasp.

Como Rolex está constantemente mejorando sus productos, ahora el brazalete más reciente realizado para el Day-Date 40 cuenta con inserciones de cerámica dentro de los eslabones, para evitar así su desgaste prematuro y el estiramiento del conjunto.

Relojes Rolex: Pearlmaster, la joya

Reloj Rolex Oyster Perpetual Pearlmaster, con brazalete Pearlmaster. © Cortesía de Rolex

Como el Jubilee, consta de eslabones dispuestos en cinco filas y siempre acompaña a los modelos de la línea Oyster Perpetual Pearlmaster, establecida en 1992 con metales y piedras preciosas, si bien se puede encontrar en ediciones especiales de Datejust y Day-Date.

Hemos visto este brazalete de elementos macizos cuajado de diamantes, aunque también está disponible sin ellos, en los oros más comunes (oro, amarillo y Everose de 18 quilates). Siguiendo con la tónica de los relojes “elegantes”, lleva un cierre Crownclasp.

Relojes Rolex: Oysterflex, el más deportivo

Reloj Rolex Cosmograph Daytona, con brazalete Oysterflex © Cortesía de Rolex

Ha sido el último brazalete en llegar (data de 2015), y Rolex lo ha abrazado con entusiasmo. Al principio lo llevaba el Yacht-Master, y también se ha incorporado a otros como el Cosmograph Daytona y el Sky-Dweller (uno de los nuevos modelos de la casa, de 2012), cuya nueva versión de 2020 lo luce por primera vez.

El Oysterflex resulta mucho más elástico que uno de metal y presenta un toque más deportivo. Lleva dos láminas flexibles fabricadas con una aleación de titanio y níquel y revestidas de elastómero sintético negro (similar al caucho) muy duradero. Para que sea más cómodo, le han puesto cojines en sus caras internas.

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Comprar un Rolex supone siempre una inversión de miles de euros. Da igual que se trate de un Submariner (7.500 €, en acero), un GMT-Master II (9.200 €, en acero), un Oyster Perpetual (5.400 €, en acero), un Cosmograph Daytona (28.200 €, en oro blanco) o un Day-Date (34.800 €, en oro). A nadie se le escapa que es un artículo de lujo, al igual que a nadie se le escapa que es el reloj de lujo que todo el mundo quiere, aunque no se sea especialmente aficionado a la alta relojería.

Hay que decir que Rolex también dista mucho de ser la manufactura con los precios más altos, pero eso no quita que mucha gente se pregunte por qué sus relojes llegan a alcanzar esas cifras en los distribuidores autorizados. Nosotros te lo explicamos, paso a paso.

Materiales: acero propio y fundición de oro exclusiva

Como todo en Rolex, el cuidado, elección y tratamiento de los materiales cobra suma importancia. Empezando por el acero, un material no precioso per se pero que en el caso de la manufactura sí que se podría elevar a esa categoría.

Tiene su propio nombre, Oystersteel, y pertenece a la familia de los aceros 904L, unas superaleaciones utilizadas principalmente en en la industria aeroespacial y en el sector de la alta tecnología. Rolex las comenzó a utilizar en 1985, convirtiéndose en la primera manufactura que las empleaba para la fabricación de las cajas de todos sus relojes de acero (también las usa en los brazaletes y componentes).

Es, como es fácil imaginar, un material ultrarresistente, con propiedades anticorrosión comparables a las de los metales preciosos (de ahí lo increíblemente difícil que es que un Rolex moderno se abolle, oxide o raye).

Su utilización también obedece a factores estéticos, ya que garantiza que el reloj mantenga ese grado de brillo y pulido marca de fábrica, incluso después de someterlo a condiciones extremas.

Este acero también se fabrica en la propia casa, bajo criterios muy exigentes: tras la primera colada, el metal se vuelve a fundir al vacío, lo que lo purifica y elimina cualquier partícula que pudiera disminuir la resistencia a la corrosión y causar imperfecciones en el pulido.

Luego, en su laboratorio central, Rolex lleva un control interno de la calidad de cada colada de acero Oystersteel, fundamentalmente mediante un microscopio electrónico de barrido que permite detectar el más mínimo defecto en la estructura o en la superficie.

Para su manipulación, la manufactura también ha tenido que invertir mucho en tecnología y diseñar herramientas especiales, punteras y de extrema dureza, algunas incluso de carburo de tungsteno (el metal más duro del mundo) revestidas de capas antidesgaste.

Para la utilización del oro, Rolex ejerce un control similar o incluso mayor. Para empezar, cuenta con su propia fundición para crear desde cero las variedades estándar (amarillo, blanco) o sus propias aleaciones (Everose, Rolesor).

El oro se fusiona con otros metales a 1.000 ºC de acuerdo a fórmulas que se mantienen en secreto para producir aleaciones de oro amarillo, blanco o Everose de 18 quilates, específicas de Rolex y que dotan luego a los relojes de un brillo y resistencia sobresalientes.

El oro Everose es el oro rosa propio y único de Rolex, que la manufactura introdujo en el año 2005 y que ahora viste todos los modelos de oro rosa de la colección Oyster.

Y el Rolesor es una combinación de oro y acero con su contraste de colores y brillos, que crea un juego de equilibrio y armonía y que la firma patentó en los años 30. Fue utilizado por primera vez en el Oyster Perpetual Datejust en 1948.

En cuanto al platino, Rolex utiliza el 950, una aleación con el 950‰ (por mil) de platino a la que se le suele añadir rutenio. Lo utiliza, sobre todo, para el Day-Date, el reloj más prestigioso de la colección Oyster. Para los iniciados, una esfera azul glaciar en un Day-Date o un Daytona es señal de que el reloj es de platino. El platino se utiliza asimismo para el bisel graduado del Yacht-Master en versión Rolesium, así como para el bisel del Yacht-Master II de oro blanco de 18 quilates.

Por último, para los engastes, Rolex sólo utiliza las piedras preciosas más nobles: diamantes, rubís, zafiros y esmeraldas. Cada piedra es analizada independientemente en el departamento de gemología de la manufactura y únicamente se seleccionan aquellas que cumplan los estándares más elevados, es decir, las que sean más transparentes. Así, para los diamantes, tan solo se utilizan los catalogados como IF —Internally Flawless—, la categoría más alta de la clasificación empleada en gemología.

Movimientos, cajas y brazaletes: todo in-house

Como ya anticipábamos a la hora de hablar de los materiales, Rolex diseña y fabrica la totalidad de los componentes esenciales de sus relojes y controla todo el proceso de producción, desde las aleaciones hasta el ensamblaje (a mano) de cada uno de los elementos del movimiento (siempre de manufactura, lo que conlleva varios años de investigación y desarrollo), de la caja, de la esfera y del brazalete, pasando por la fabricación de las piezas y el acabado.

Todo ello implica que tener un modelo listo para que pueda salir a la venta, una vez pase los controles de calidad preceptivos (los describimos en el siguiente epígrafe), puede llevar hasta un año.

La manufactura también es artífice de algunas de las innovaciones relojeras más importantes de la historia en materia de precisión, hermeticidad y resistencia a los golpes, y ha registrado alrededor de medio millar de patentes.

La más conocida e importante quizá sea el rotor Perpetual, desarrollado y patentado por Rolex en 1931: al captar la energía generada por cualquier mínimo gesto de la muñeca, este sistema de cuerda automática insufla vida al calibre para que se mantenga siempre en movimiento (de ahí su nombre - Perpetual).

Es el mecanismo esencial y sello distintivo de toda caja Oyster, la primera caja de reloj de pulsera hermética del mundo y que fue inventada originariamente en los años 20. Hoy en día, su construcción hermética perfeccionada garantiza su inviolabilidad hasta al menos 100 metros de profundidad, independientemente del material en el que esté fabricada (300 metros para los relojes de buceo Submariner y Submariner Date, 1.220 metros para el Sea-Dweller y hasta 3.900 metros para el Rolex Deepsea).

Los brazaletes de Rolex también son icónicos, únicos y tienen una marcadísima personalidad, además de unos cierres superseguros para asegurar que las valiosas piezas no se desprendan de las muñecas.

Entre los más conocidos está una vez más el Oyster (brazalete metálico particularmente robusto con tres eslabones largos y planos), el President (brazalete metálico de tres eslabones redondeados que fue creado en 1956) y en los últimos tiempos vuelve a estar bastante en boga el Jubilee (cinco eslabones dispuestos de forma fluida), como se ha visto en la nueva generación de los GMT-Master II.

Controles de calidad más que exigentes

Las pruebas a las que Rolex somete a todos sus relojes para garantizar que no van a fallar ni en las condiciones más extremas son ya legendarias. Son más de 20 para cada modelo y la más dura probablemente sea la conocida como bélier (carnero, en francés).

Así se denomina la herramienta de choque que somete cada reloj a un impacto equivalente a 5000 G, muy superior a la de un accidente de automóvil. El reloj debe mantener su funcionalidad e integridad después de pasar por ello para que se le dé el visto bueno.

Para garantizar la hermeticidad de las cajas, cada reloj se sumerge en el agua y se somete a una presión un 10% mayor que la ejercida en la profundidad para la que está homologado. En el caso de los relojes de buceo, la presión se eleva un 25% más.

Está por supuesto el caso extremo del Deepsea (resistente hasta 3.900 metros), al que Rolex pone a prueba en un tanque hiperbárico de alto rendimiento diseñado especialmente para ello y que pesa 1,3 toneladas. Está hecho de una sola pieza y es capaz de reproducir una presión de 4.875 metros bajo el nivel del mar.

Los brazaletes y los cierres de los relojes también son sometidos a pruebas de resistencia independientes. Como el Oysterlock, que debe soportar 26 tipos de caídas distintas y luego es sumergido en tanques de cloro y agua salada con arena, donde se procede a abrir y cerrar decenas de miles de veces.

Por último, la manufactura también ha incrementado en los últimos años las exigencias de precisión de sus modelos. A la habitual certificación oficial del Instituto Oficial de Pruebas de Cronómetros Suizos (COSC) para cada uno de sus movimientos, desde 2016 ha añadido una más: Cronómetro Superlativo.

Esta denominación atestigua que cada uno de los relojes, tras el encajado, ha superado con éxito una serie de controles finales específicos llevados a cabo por Rolex en sus propios laboratorios y de acuerdo a criterios más exigentes que el COSC.

El COSC pone a prueba cada movimiento durante 15 días y 15 noches según siete criterios eliminatorios, en cinco posiciones fijas y a tres temperaturas. Y Rolex, por su parte, pone a prueba la precisión de cada reloj durante un ciclo de 24 horas, en siete posiciones fijas y a través de un test de rotación dinámico, según una metodología exclusiva que simula el uso real.

Los criterios de tolerancia son mucho más estrictos que los de la certificación oficial en lo referente a la desviación media de marcha, ya que ésta no debe exceder los –2/+2 segundos diarios tras el encajado, frente a los –4/+6 segundos diarios que exige el COSC únicamente para el movimiento.

La demanda es superior a la oferta

Las cifras de venta o de producción de Rolex no se hacen públicas por decisión propia. No es algo nuevo, es una postura que siguen la inmensa mayoría de las manufacturas de alta relojería suizas. Hay ciertos indicadores externos, además de los subjetivos, que indican sin embargo que Rolex ha experimentado un periodo de especial bonanza en los últimos años.

Como ya hemos dicho, el COSC certifica independientemente los movimientos que fabrica Rolex para los relojes y hasta 2015 hacía públicos sus datos por marcas en su informe anual. Esto indicaba, de acuerdo a ese último, que Rolex producía alrededor de 800.000 modelos al año (esa cifra a buen seguro ha crecido).

Luego, en segundo lugar, está el informe anual sobre estimaciones de ventas que elabora Morgan Stanley en colaboración con la consultora suiza LuxeConsult, que es el que más eco tiene en la industria.

Para elaborarlo, se basa en los informes financieros de los mercados de valores, en las cifras de exportación, en análisis de las cadenas de distribución y en conversaciones que mantiene con las propias manufacturas.

Y el último informe, que acaba de ser publicado, muestra que en 2019 Rolex alcanzó una facturación récord de 5.200 millones de francos suizos (prácticamente 5.000 millones de euros) y que vendió alrededor de un millón de relojes en todo el mundo (una vez más, esto son sólo estimaciones).

Estos datos nos indican que, cuando menos, Rolex vende absolutamente todos los relojes que llega a producir en un año, de ahí que muchos distribuidores autorizados tengan que establecer listas de espera para poder comprar algunos de los modelos más demandados.

Inversión de futuro asegurada

Comprar un Rolex es una inversión de futuro asegurada y sin grietas. Lo es porque, como hemos visto anteriormente, sus relojes están fabricados para resistir el paso del tiempo y para ser transmitidos de generación a generación. Y, aunque sus materiales y mecánica evolucionen, sus atemporales e icónicos diseños son igual de atractivos ahora que en los años 50. Parecen destinados a conservar o incluso reforzar ese halo místico.

Un Rolex tampoco pierde su valor en cuanto sale de la tienda. De hecho, en la mayoría de los casos se revaloriza (no hay más que echar un vistazo a las cifras que se manejan en los mercados de segunda mano). Y si tienes la suerte de heredar o hacerte con un modelo raro, tienes directamente un tesoro, como demuestran las cifras que están alcanzando en los últimos tiempos en las subastas.

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